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413 años del Santo Cristo de La Grita

La feligresía realiza largas caminatas durante 74 kilómetros de vías para venerar y agradecer a la imagen por las bendiciones y favores concebidos

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Caracas, 06 de agosto de 2023. La feligresía concentrada en el municipio Jáuregui del estado Táchira, conmemoró los 413 años en el Santuario del Santo Cristo, quien ha protegido y bendecido a todos los venezolanos con milagros de salud, paz, amor y prosperidad.

Entre la armonía compartida en los presentes, la integrante del Club Caminante del Valle de Mocotíes, Marisela Ceballos, manifestó:

“Venimos en peregrinación desde las 3 de la mañana, quienes realizamos estas caminatas organizadas durante 18 años, para pedirle al Santo Cristo de la Grita. Le pedimos con mucha fe la salud de todos los caminantes presentes; así como, para todo el pueblo venezolano”.

Asimismo, la nota informativa de VTV, reseña que el peregrino, Argenis Sánchez, precisó que “todos los años nos organizamos para cumplir con algunas promesas y también para agradecer a Dios y al Santo Cristo por estos momentos de felicidad”. 

Por último, la devota Fanny Bautista, detalló que “luego de una larga caminata de ocho horas, logramos llegar al santuario, para pedirle y agradecerle todas las bendiciones, que ha colmado sobre nuestra familia”.

Cabe resaltar, que los feligreses realizan largas caminatas durante 74 kilómetros de vías para venerar, pedir y agradecer por las bendiciones y favores concebidos por la imagen del Santo de La Grita.

La historia…

Respecto a los orígenes del Santo Cristo de La Grita, se tiene como único punto de partida una tradición oral recopilada en 1897 y publicada en 1905 por Emilio Constantino Guerrero en su obra El Táchira físico, político e ilustrado, en la cual ubica el origen en 1610, en el convento de San Francisco establecido en 1579.

Crónicas locales cuentan que, luego del terremoto de San Blas, ocurrido el 3 de febrero de 1610 y destruyó totalmente la ciudad del Espíritu Santo de La Grita, los frailes franciscanos se trasladaron a un campo llamado Tadea.

Iba entre ellos, un escultor llamado Fray Francisco cuya piedad superaba sus dotes artísticas. Aterrorizado con el terremoto ofreció hacer una imagen del crucificado para rendirle culto especial y consagrarle la nueva ciudad.

Comenzó a esculpir en un gran tronco de cedro el cuerpo de Jesucristo, pero no pudo darle forma al rostro. Pasaban los días y Fray Francisco no podía interpretar aquella expresión sublime.

Una tarde, después de suspender los trabajos se puso en oración. Un éxtasis profundo lo embargó y cuando volvió en sí a altas horas de la noche oyó que en la pieza de su trabajo golpeaban los formones y el raedor pasaba por las fibras de la madera.

Se acercó y algo como una figura humana, envuelta en una ráfaga de luz, salió a través de la puerta encandilándole los ojos.

Lo comentó a sus hermanos y al salir el sol se dirigieron al lugar donde estaba la imagen. La encontraron terminada con el divino rostro marcado por el rictus de la agonía.

Por eso la talla se atribuye, en parte, a un ángel. Fray Francisco, lloró al ver en aquella faz divina los rasgos que él había concebido y que le fue posible expresar.

Con información de VTV y redes sociales

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